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El pensamiento de Daisaku Ikeda y el diálogo

El pensamiento de Daisaku Ikeda y el diálogo

El pensamiento de Daisaku Ikeda y el diálogo

Humanismo Soka

viernes, 5 de julio de 2024

viernes, 5 de julio de 2024

En un mundo que parece cada vez más (des)conectado… ¿Qué papel juega el diálogo en la creación de un entorno más cooperativo y humanista? En el siguiente artículo, exploramos algunas perspectivas de Daisaku Ikeda sobre el diálogo donde remarca tres puntos fundamentales.

En un mundo que parece cada vez más (des)conectado… ¿Qué papel juega el diálogo en la creación de un entorno más cooperativo y humanista? En el siguiente artículo, exploramos algunas perspectivas de Daisaku Ikeda sobre el diálogo donde remarca tres puntos fundamentales.

En un mundo que parece cada vez más (des)conectado… ¿Qué papel juega el diálogo en la creación de un entorno más cooperativo y humanista? En el siguiente artículo, exploramos algunas perspectivas de Daisaku Ikeda sobre el diálogo donde remarca tres puntos fundamentales.

Diagnóstico de la época a partir de la praxis del diálogo

En primer lugar, Ikeda lleva a cabo un diagnóstico de los tiempos que corren, llevando a cabo un contraste entre el desarrollo de los medios técnicos y las crisis que vive la sociedad contemporánea. Un análisis que nos evoca la crítica de la racionalidad instrumental, o la dialéctica del iluminismo de la escuela de Frankfurt.

Ikeda argumenta que nuestra sociedad se encuentra fragmentada debido al fracaso de la comunicación que vivimos en nuestros días. Gracias a la gran conectividad y a los numerosos medios de información que tenemos actualmente, sumados al uso cotidiano de Internet y los dispositivos móviles, acceder a la información es cada vez más sencillo. Pero en muchos casos, la información que nos llega por estos medios está despersonalizada y descontextualizada de su realidad, no mostrando conexión con las personas a las que se refiere. [1]

Como ejemplo de este diagnóstico del maestro Ikeda, podemos citar sus palabras de la Propuesta de paz del año 2011:

«La fragmentación de la sociedad está inextricablemente ligada al fracaso de la comunicación, a una ruptura del lenguaje. [...] Los aspectos negativos de la era de la información —en donde las palabras pierden su valor y sustancia original, y se convierten en signos y cifras vacíos— contrastan irónicamente con el impresionante volumen de información. Todo ello lleva inevitablemente a la decadencia de la capacidad de diálogo, el cual es un sello distintivo del ser humano». [2]

Ikeda remarca que el desarrollo de la tecnología de la información proporciona oportunidades para que las personas forjen nuevas conexiones entre sí. Sin embargo, las relaciones que se establecen a través de medios tecnológicos jamás tendrán un rostro humano si se limitan a intercambios anónimos y despersonalizados. Y enfatiza que esa clase de interacción solo puede ser inorgánica y neutra, alejada de la respuesta tangible y la satisfacción que provienen del esfuerzo por concretar una comunicación cara a cara.

La dimensión antropológica y ontológica del diálogo

El segundo aspecto remarca que el diálogo no es una mera actividad humana, entre tantas otras. Sino que es algo fundamental y propio de la humanidad.

En su Propuesta de paz del año 2005, Ikeda desarrolla su afinidad con uno de los máximos exponentes de la denominada «filosofía del diálogo»: Martin Buber. Este autor fue un filosofo judío austríaco-israelí, que desarrolló una teoría filosófica sobre la centralidad del dialogo en nuestra condición humana. Sus dos obras fundamentales son «Yo y tú» (1923) y la obra traducida como «¿Qué es el hombre?» (Das Problem des Menschen, 1947).

En relación específicamente al diálogo, Buber [3] sostiene que la existencia propiamente humana se desarrolla en el horizonte del diálogo. El diálogo es el acontecimiento fundamental y determinante, que hace que el ser humano sea lo que es. No se puede hablar del diálogo en términos psicológicos, ya que se trata de un acontecimiento ontológico (entre el ser de ambas personas). 

De esta manera, Buber desarrolla una nueva metafísica u ontología de la persona humana, y lo hace desde la óptica particular de la filosofía dialógica. Para Buber, el ser humano es sus relaciones, y el sentido de su vida depende de la orientación de esas relaciones. Frente a lo otro, es posible adoptar dos actitudes distintas: la actitud pragmática de utilización de lo otro, o la actitud de apertura frente a la totalidad de lo otro.

De esta manera, y siguiendo a este autor, Ikeda remarca la importancia de que la comunicación no quede atrapada en el umbral del lenguaje. En otras palabras, no alcanza con la mera comunicación mecánica, mediatizada.

Siguiendo esta línea de pensamiento si retomamos la Teoría del valor del educador japonés, Tsunesaburo Makiguchi, no son la utilización del lenguaje o nuestras habilidades comunicativas lo que nos hace humanos, sino la capacidad de «crear valor» a través de este. Por eso, la mera comunicación no es en sí mismo «diálogo». Podríamos decir que, el diálogo implica una actividad en la cual reconocemos la humanidad del otro y valoramos la propia. Implica un rol activo, de comprometerse con la condición humana de lo otro, de aquello que, desde esta perspectiva, nos completa.

A modo de síntesis, podemos decir que un genuino diálogo, es el despliegue de la propia capacidad del ser humano, de crear valor, a través de la palabra, del lenguaje.

El diálogo como clave para la paz

Esto nos lleva a la tercera dimensión de análisis del concepto de diálogo: su vínculo con el humanismo, en clave pragmática.

Para Ikeda, la práctica del humanismo implica indefectiblemente un desafío en el arte del diálogo. Él lo remarca con las siguientes palabras: «La verdadera esencia y práctica del humanismo yace en el diálogo sincero, de corazón a corazón. […] El diálogo es verdaderamente esa clase de encuentro». [7]

Respecto a este tercer aspecto, nos podemos preguntar: ¿Cómo tiene que ser el diálogo para la construcción de una educación para la paz?

Desde la filosofía de Daisaku Ikeda, lo que se propone es tratar de fomentar una escucha activa que nos permita comprender el punto de vista del otro y nos lleve a puntos de encuentro entre las personas.

En su propuesta de paz del año 2011, enfatiza: «Solo el diálogo abierto y el intercambio de vida a vida permiten derribar los muros erigidos por cada individuo, expresados en actitudes intolerantes y discriminatorias de muy hondo arraigo en la vida de las personas. La paz duradera será una realidad cuando, mediante el diálogo basado en motivaciones realistas, se fomente una red solidaria entre personas de buena voluntad, y se cultiven y desarrollen las cualidades más nobles del ser humano. Y con ello me refiero, por ejemplo, a la valentía y el amor compasivo, cuyo potencial existe de forma innata en todas las personas». [9]

En otras palabras, fomentar la práctica del diálogo, en estos términos, es lo que permite desarrollar al máximo las capacidades de crear valor en un individuo. Es por tal motivo, que el diálogo en clave de la construcción de una sociedad de paz, resulta una dimensión fundamental de la educación para la creación de valor.

En el diálogo que mantuvo con el Dr. Lou Marinoff, reconocido filósofo y presidente de la Asociación Estadounidense de Profesionales de la Filosofía, Daisaku Ikeda afirmó: «Con las voces elogiamos, alentamos, corregimos, curamos, alegramos e impartimos la energía de la esperanza y del valor. Es un intercambio dinámico de vida a vida, de mente a mente, y, huelga decirlo, siempre basado en la buena voluntad. La fuerza motivadora de todo diálogo debería ser el compromiso con el valor supremo de cada vida individual. En ese intercambio, estimulamos la disposición mental positiva del otro, fomentamos el entendimiento mutuo y creamos lazos de confianza».

Citas

[1] El diálogo desde la filosofía de Daisaku Ikeda: Reflexión teórica y ejemplo de praxis - Publicaciones del Instituto Ikeda. Por Ana Belén García-Varela.

[2] IKEDA, Daisaku: Por un mundo de dignidad para todos: El triunfo de la vida creativa. Véase: www.daisakuikeda.org/es/sub/resources/works/props/

[3] Buber y la filosofía del diálogo: Apuntes para pensar la comunicación dialógica. DOI: https://doi.org/10.22235/d.v0i29.1696 (consultado el 25 de junio de 2024).

[4] La distinción entre los planos subjetivo y objetivo —la dicotomía que yace en el corazón de la modernidad occidental— es vista como la «relación yo-ello», en tanto que la «relación yo-tú» se refiere a la clase de encuentro y de relación que trasciende el nivel superficial para abarcar la totalidad del ser en una dimensión mucho más esencial. Buber afirma: «Toda vida real es un encuentro». El autor busca erradicar la construcción falsa de la «relación yo-ello» que domina la civilización moderna y revelar la realidad del «tú».

[5] Aristóteles definió al ser humano —entre otras cualidades— como homo loquens, facultad de hablar, única de la especie humana. Desde siempre, pues, el hombre ha utilizado la lengua para comunicarse con sus semejantes, junto a la razón para entenderse.

[6] IKEDA, Daisaku: Por un mundo de dignidad para todos: El triunfo de la vida creativa. Véase: www.daisakuikeda.org/es/sub/resources/works/props/

[7] IKEDA, Daisaku: Hacia una nueva era de diálogo: La exploración del humanismo. Véase: www.daisakuikeda.org/es/sub/resources/works/props/

[8] The Questions of King Milinda [Las preguntas del rey Milinda], trad. T. W. Rhys Davids, Clarendon Press, Oxford, 1890, pág. 46. [Edición en español: Las preguntas de Milinda: Milinda-Pañha, trad. Lucía Carro Morina, Biblioteca Nueva, Madrid, 2002], citado en MARINOFF & IKEDA: El filósofo interior, Ediciones B, España: 2014, pág. 92.

[9] El poder del diálogo es una verdadera arma de paz. (p.256) Ikeda, D. (2011). Por un mundo de dignidad para todos: El triunfo de la vida creativa. Propuesta de paz 2011. Rivas Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global.

© Humanismo Soka - 2024

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