Humanismo Soka
Hiromasa Ikeda, hijo mayor de Kaneko y Daisaku Ikeda, escribió: «Amo a mi madre y amo su forma de vivir, siempre con actitud sincera, honesta y dedicada a cumplir con integridad su misión en la vida. Ella es, para mí, una mujer corriente que da ejemplo de grandeza.
Jamás, ni una sola vez, recuerdo que nos haya levantado la voz a mí o a mis hermanos. Lo que sí recuerdo es su sonrisa permanente, en cualquier situación. Creo que no hay adversidad que pueda vencer a una mujer como mi madre.
Ha resistido toda clase de tormentas sin flaquear, y siempre ha avanzado con entereza y valentía. ¡Qué profundas han de ser las convicciones que sostienen su sonrisa, y qué poderosa ha de ser la esperanza que apuntala su corazón…!» [1]
La sonrisa de una mujer fuerte
Cuando Daisaku Ikeda y Kaneko celebraron su matrimonio, su maestro y segundo presidente de la Soka Gakkai Josei Toda alentó a la joven a, cada día, despedir y recibir a su esposo con una sonrisa. A pesar de las dificultades y más allá del paso de los años, Kaneko sostuvo esa promesa hecha a su mentor y jamás dejó de sonreír. Cuando el maestro Ikeda, quien tenía una pesada agenda de exigente intensidad, regresaba a su hogar, sentía la calidez de aquella sonrisa. Por eso, expresó que ella, más que ninguna otra persona, conocía cada aspecto de su vida y de su corazón, mientras que él conocía más que nadie la sinceridad y valentía de Kaneko. «Si tuviera que darle una condecoración, le otorgaría el Premio a la Sonrisa. En muchos sentidos, esto resume mis sentimientos». [2]
Su sonrisa es una fuente de inspiración para todas las miembros del Departamento Femenino y del Departamento Juvenil Femenino de la Soka Gakkai a nivel mundial. Kaneko es el ejemplo de que es posible construir una verdadera felicidad, perdurable a través del tiempo, basada en la fortaleza interior.
«La verdad es que yo no soy particularmente fuerte ni sabia, pero Daisaku y yo oramos juntos, y creemos firmemente en el poder de la fe y de la buena fortuna, algo que yo aprendo de él a cada instante. Si uno ora sinceramente y con todo su corazón, las puertas se abren.
Lo mejor y lo más importante que puedo hacer es orar. Oro por la seguridad de mi esposo y por el triunfo rotundo de sus actividades.
Es lo que haré hasta el último día de mi vida. Aunque otras cosas cambien, eso nunca cambiará.
Como ya he dicho, en lo personal soy una simple ama de casa y no me gusta estar en el centro de las miradas. Aunque Daisaku siempre se mueve en el ámbito público, yo he preferido desde el comienzo servir tras bambalinas; me he sentido muy a gusto construyendo una familia donde él pueda distenderse y disfrutar, y dando lo mejor de mí en el cuidado de su salud». [3]

Kaneko Ikeda se caracteriza por su espíritu positivo y optimista, valorando cada aspecto de la vida. Cuando le preguntaron sobre sus pasatiempos, respondió: «Mi principal razón de vivir es dar esperanza y alentar con toda mi vida a los demás en cada una de sus actividades. Pero sospecho que esto no es un “pasatiempo” convencional para el común de la gente… Sin embargo, la alegría que esto me brinda es suficiente para mí». [4]
El maestro Ikeda expresó: «Cuando me retiro a descansar, mi esposa se queda leyendo las cartas y los informes de los miembros. Se preocupa por mi salud y ora hasta tarde por mí. Incluso en períodos muy difíciles de nuestra vida, siempre ha orado de manera firme y continua por la victoria y la justicia. Sé muy bien que mi triunfo es el triunfo de mi esposa». [5]
CITAS
[1] La historia de Kaneko, Buenos Aires: Azul Índigo, 2015, pág. 9.
[2] Ib., pág. 137.
[3] Ib., pág. 129.
[4] Ib.
[5] Ib.