Humanismo Soka
La conmemoración se debe a que es allí donde Esquivel fundó en 1995 la Aldea Jóvenes para la Paz, un espacio de inclusión social creado para ofrecer asistencia y educación a los niños y adolescentes, que actualmente cuenta con más de 100 alumnos. Allí, los jóvenes pueden ser parte de talleres de lo más variados, como de cocina, computación, cerámica, apicultura, deportes, huerta, plomería, conservación de alimentos, lectura y escritura, panadería y electricidad. La Aldea pertenece al SERPAJ (Servicio de Paz y Justicia), una organización social también fundada por Esquivel que actualmente se encuentra integrada por 11 países y este año cumple su 50° aniversario.
Los jóvenes del movimiento de Acción Solidaria Soka han realizado jornadas solidarias junto a los integrantes de la Aldea de Jóvenes para la Paz, no solo llevando donaciones de alimentos y ropa, sino también compartiendo junto a ellos sus jornadas en el predio.
Como recientemente el mismo Adolfo compartió en una entrevista realizada por los jóvenes del CIDIEP (Centro Internacional Daisaku Ikeda de Estudios para la Paz), Adolfo se crio humildemente en el barrio de San Telmo, trabajando desde su infancia como repartidor de diarios. Comenzó a florecer en él una curiosidad por las artes que se transformó en una gran pasión, y decidió estudiar Bellas Artes en la Escuela Nacional Bellas Artes Manuel Belgrano, donde más tarde sería profesor. A los 15 años conoció a quien sería su esposa y compañera de vida hasta el día de hoy, Amanda Guerreño. Juntos, estudiaron en la Universidad de La Plata, donde él se recibió de pintor y escultor, mientras que ella de profesora superior de piano y composición.
Desde joven se interesó en movimientos por la no violencia, que luego lideró y, para difundir este pensamiento, en 1973 fundó el diario “Paz y Justicia”. En un contexto en el que la violencia escalada en latinoamérica llegaba a los extremos más graves, Esquivel asumió el liderazgo de diferentes grupos cristianos que abogaban por la paz por todo el continente. En 1975, lo detuvieron en Brasil y encarcelaron en Ecuador. Pudo regresar a la Argentina, donde sucedía la última dictadura cívico-militar. Esquivel contribuyó desde su movimiento SERPAJ en dar a conocer a la coyuntura internacional las circunstancias que se estaban viviendo en el país. También contribuyó a fundar la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y en los organismos de las Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo y Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas.
Así fue que en el año 1977 fue detenido y encarcelado. 14 meses permaneció en prisión, y luego 14 meses en libertad vigilada. Y, en 1980, por su gran entrega a la lucha por la paz y a los derechos humanos en América Latina, recibió el Premio Nobel de la Paz. Posteriormente, siguió recorriendo todos los países latinoamericanos y abogando por la defensa de sus derechos humanos.
Esquivel fue un gran amigo del maestro Ikeda. «La primera vez que me encontré con Ikeda”, confió Esquivel a los jóvenes del CIDIEP, “era como si nos hubiésemos conocido siempre. Su pensamiento es también mi pensamiento. Dos culturas. Formaciones distintas, situaciones distintas. Pero, había una sintonía…»
Juntos, realizaron un «Llamamiento conjunto a los jóvenes del mundo» en Roma, en el año 2018. Al comienzo del llamado, se lee: «Nos dirigimos a los jóvenes del mundo para que se unan y enfrenten los importantes retos de la humanidad, y sean constructores de su propia vida y de la historia del nuevo milenio. Nuestra esperanza es infinita porque estamos convencidos de que sabrán resolver los más diversos imperativos planetarios en unión solidaria».
Y finaliza con las siguientes palabras: «Consideramos que será sumamente significativo para las sociedades contemporáneas y futuras que los jóvenes asuman su compromiso junto a los pueblos para inaugurar un nuevo amanecer de esperanza, unidos solidariamente para velar por la dignidad de la vida, luchar contra las injusticias y compartir el alimento del cuerpo, del espíritu y de la libertad. Si así lo hicieren, construirán un valioso patrimonio espiritual universal de la humanidad, un nuevo mundo justo y solidario».
Por otro lado, también juntos publicaron el libro «La fuerza de la esperanza», que trata temas como la solidaridad, la búsqueda de una acción eficaz y la profundización de la valoración mutua entre culturas, mientras buscan transmitir a los jóvenes, a través de su palabra y de su ejemplo de vida, el valor de un compromiso vigoroso y apasionado con la paz, la esperanza y la justicia para todos los pueblos del mundo.
El maestro Ikeda, a su vez, escribió en el ensayo Avanzar con valentía y esperanza hacia un nuevo amanecer: «El activista argentino de los derechos humanos, Adolfo Pérez Esquivel, envió un mensaje a nuestros miembros en ocasión del 90.° aniversario de la Soka Gakkai (en noviembre de 2020). Expresó que, cuando «nos perdemos en los laberintos de la angustia, de la desesperación, del sufrimiento», si hacíamos valer nuestra capacidad de elevar la vista y mirar desde arriba, veríamos nuevos horizontes alentadores. «No dejen de sonreírle a la vida –exhortó–. En los momentos más difíciles hay que seguir. Siempre está esa fuerza de la esperanza para poder construir un mundo mejor». El doctor Pérez Esquivel ha elogiado a los jóvenes de la Soka como portadores de esa esperanza».