Puntaje perfecto 

Desde Río 2016 que nuestro país no conseguía una presea dorada.

Sin embargo, el joven de 29 años voló por el aire con su bicicleta para alcanzar la gloria en BMX Freestyle y poner fin a esa racha.

Con un puntaje extraordinario de 94.82 en el primero de sus dos intentos registró la marca que le dió la victoria. En el segundo hizo 92.20. El británico Kieran Reilly –campeón del Mundo– con 93.91 y el francés Anthony Jeanjean con 93.76 completaron el podio llevándose las medallas de plata y bronce, respectivamente.

Un detalle para destacar la brillante actuación de «Maligno» en París es que en la primera aparición de esta disciplina en los JJOO, el competidor Logan Martin obtuvo un 93.30 para colgarse la de oro en Tokio 2020.

«Voy a llegar a la habitación de la Villa Olímpica y, cuando esté un poco más en silencio viendo la medalla, comprenderé lo que acaba de suceder», declaró luego de su presentación y agregó: «Todo lo que hago es para representar muy bien a mi país y a los latinos: somos todos lo mismo a la hora de salir afuera, pero jamás tenemos la misma posibilidad de presupuesto a la hora de competir».

Indestructible

Torres Gil ganó la medalla dorada en los Simple Session 2018 (competencia internacional en Estonia), en los Odesur 2022 y en los Juegos Panamericanos de Santiago 2023. Y en julio de 2023 se encumbró como el primer argentino en obtener la medalla de oro en BMX en los X Games de Estados Unidos.

No obstante, tuvo que hacer frente a diversas lesiones durante su carrera que lo llevaron a fortalecerse tango física como mentalmente.

«A los X Games me invitaron por primera vez en 2018, a una clasificación. Salí segundo y entré en la competencia principal, pero me quebré y no pude seguir», cuenta. Venía muy bien posicionado para Tokio 2020 pero nuevamente se lesionó y quedó afuera.

«En 2019 entré directo. Y ganar la medalla de oro, el año pasado, no lo esperaba. Incluso se ve en los videos: iba primero y no sabía, porque entre el show, el espectáculo, el volumen alto… no entendía mucho», describe.

Sobre los JJOO a los que se clasificó sobre la hora, apenas un mes antes, señaló: «Haber entrado ahora es un sueño. Es una locura lo que me está sucediendo».

Previo a la competencia de París declaró con humor respecto de sus percances: «Tuve muchas lesiones. [...] Tengo todo el lado izquierdo del cuerpo quebrado y operado, pero por suerte todo tiene titanio y en los escáneres de los aeropuertos no tengo problemas. En cambio, hay compañeros que tienen implantes de acero inoxidable y siempre los están frenando, revisando y tienen que explicar por qué tienen un fierro ahí adentro. Yo paso directo, jaja».

Amor a primera vista 

Torres nació en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, donde sus padres argentinos se encontraban viviendo por trabajo. Luego, desde los diez años se creció en el barrio Urca, en la ciudad de Córdoba. A la edad de catorce descubrió esta rama del ciclismo en el Parque de las Naciones, a pocas cuadras de su casa. Mientras estaba con su hermano mellizo jugando a la pelota, de casualidad vieron a lo lejos unos chicos saltando en bici y en skate. Se acercaron y cuando uno hizo una prueba girando de cabeza –llamada flair– les generó una gran atracción y adrenalina. Le pidieron prestada la bicicleta y ahí empezó todo… no hubo vuelta atrás. 

Desde entonces, «Maligno» Torres Gil entrena en su ciudad, en las rampas del Polo Deportivo Kempes, cuando está en Argentina. Existe una amplia variedad de rampas y circuitos, sin embargo el competidor describe sobre estos espacios en el mundo del deporte: «Nosotros solo tenemos una pista, que es la mejor del país, donde se entrena la selección, pero es una sola. Es difícil adaptarse a las variedades que hay afuera. Los del exterior están más acostumbrados a probar el truco por primera vez saltando a goma espuma, donde no te lesionás. Después pasan a una rampa que tiene un colchón y arriba un plástico para amortiguar el golpe. Luego pasan a la madera y, recién a lo último, al cemento. Entonces, hay un proceso grande en el que evitás el riesgo de las lesiones. Nosotros vamos al cemento directo».

Quienes conocen de cerca al joven «Maligno» le deben su apodo a su inclinación por las bromas pesadas pero también y por su forma «agresiva» de andar en la bicicleta. De hecho, ¡no usa los frenos!

Al respecto, explicó: «Es elección de cada uno. El freno, a la hora de hacer un truco en el aire, te salva porque te estabiliza la bici y cuando caes con la rueda al apretar el freno te salvás de irte de espalda. Pero no tener freno te hace mantener una fluidez diferente. Con freno se ve más robótico. A mí me gusta sin freno. Si voy a saltar una rampa ya no hay chances de desanimarme… jaja».

Luego de París 2024 tiene un anhelo: recorrer los colegios con la bicicleta para «hacer shows» y difundir su deporte para que cada vez más jóvenes lo practiquen.