Humanismo Soka
FONDO DE ESCENA
Al escribir esta carta, Nichiren Daishonin se encontraba en el Monte Minobu, lugar que había elegido con la decisión de consolidar su enseñanza para hacer posible la amplia propagación de la Ley Mística hacia el futuro. A su vez, tenía el propósito de forjar auténticos discípulos capaces de llevar a cabo la misión del kosen-rufu, manteniendo el mismo compromiso y juramento que él. La destinataria de esta carta, la monja laica Myoho-ama, residía en Okamiya, provincia de Suruga. Al parecer, mantuvo una fe pura y firme durante toda su vida pese a la oposición de quienes la rodeaban. También, recibió otras dos cartas del buda Nichiren Daishonin: en 1277, La forma de lograr la Budeidad mediante el Sutra del loto; y en 1281, Respuesta a la monja laica Myoho.
INTRODUCCIÓN
En esta segunda parte del gosho, se puede leer el clamor ferviente del Daishonin para que las personas abran los ojos a su inmensa sabiduría inherente. En esta carta el Daishonin presenta un alegato a toda la humanidad: «¡Vivamos con esperanza eternamente!». Nuestra postura de fe se convierte instantáneamente en la causa, el efecto y la fuerza de la felicidad eterna. Se traduce en una tremenda alegría y en una plenitud sin límites. Precisamente por esta razón, la SGI hace del Gohonzon y del Gosho sus bases eternas.
La importancia de sostener la oración pase lo que pase.
¿Por qué Nichiren enfatiza el valor que tiene un solo daimoku, pero a la vez alienta a su discípula a llevarlo a cabo “incesantemente”?
En la época de Nichiren Daishonin, había quienes llevaban a cabo la práctica de leer el Sutra del loto íntegramente. Pero el Daishonin señala que entonar daimoku –el título del sutra– una sola vez equivale a leer la totalidad del sutra; a su vez, que recitar mil veces el daimoku es como leer mil veces el sutra. Como lo indica en el fragmento «en forma incesante» se refiere a mantener la práctica del daimoku durante toda la vida. La cantidad de daimoku que uno realiza puede variar, como es lógico, según el momento por el que se esté pasando. Pero lo esencial es que uno continúe perseverando en la práctica budista a lo largo de toda la vida.
En otro fragmento de este mismo escrito, afirma que entonar daimoku (la recitación de Nam-myoho-renge-kyo) es una enseñanza «sencilla de practicar y fácil de adoptar». Cualquiera puede hacerlo; es posible realizarlo en cualquier momento y lugar. Y constituye el método de práctica más elevado, refinado y simplificado. Como tal, representa la perfecta enseñanza budista, no solo para el siglo XXI, sino para los diez mil años y más del Último Día de la Ley; es decir, para toda la eternidad. La práctica de entonar daimoku cristaliza el ardiente y sincero deseo del Buda: guiar hasta la última persona hacia la auténtica felicidad.
En el momento en que oramos, la oscuridad de nuestra vida se desvanece instantáneamente. Este es el principio de la simultaneidad entre causa y efecto, que está cristalizado en la expresión «renge». Por tal motivo, en ese preciso instante, la oración queda respondida y esa respuesta se graba en lo más profundo de nuestro ser. Si bien, en muchos casos, para que ese efecto se manifieste debe transcurrir un tiempo indeterminado, en lo profundo de nuestra vida la oración se concreta en forma inmediata. La oración es una lucha denodada por expandir nuestra vida. Es por ello que lo más importante es nunca dejar de entonar daimoku, pase lo que pase. Como lo expresa el maestro Ikeda: «La fe es esperanza inextinguible. La práctica de la fe es una lucha por concretar nuestros deseos. Y la base de esta práctica es la oración. El daimoku firme convierte la mera esperanza en rotunda convicción. Por lo tanto, no hay nada peor que rendirse a mitad de camino. Hasta las cavernas que vivieron envueltas en la negrura total por millones de años pueden ser iluminadas con la luz de un fósforo. Hasta un pedernal sumergido en el lecho del río puede secarse y ser utilizado para encender fuego. Nuestros sufrimientos actuales, por muy oscuros que sean, no suman millones de años. Ni durarán eternamente. El sol irrumpirá por sobre el horizonte, sin falta. A decir verdad [aunque no se hayan dado cuenta], el amanecer ya ha comenzado».
La relación entre la oración, la convicción y la acción.
¿Por qué Nichiren culmina este escrito con la expresión «No dude de esto en absoluto»? ¿Cuál es la relación entre la oración y la acción en el budismo?
En la segunda parte del fragmento que estudiamos, Nichiren remarca uno de los principios más revolucionarios contenidos en el Sutra del loto: que todas las personas, sin ningún tipo de distinción poseen y pueden manifestar el estado de Budeidad. Es por ello que recurre al ejemplo de las «malas personas» o las «mujeres», refiriéndose a las creencias anteriores que negaban la iluminación de ciertas personas. Sin embargo, el Sutra del loto remarca que todos los seres de los Diez Estados pueden manifestar la Budeidad sin excepción.
Cuando el ser humano se acostumbra al sufrimiento, durante largos períodos de infelicidad, termina adquiriendo la costumbre de rendirse. Pero cuando se basa en la Ley Mística, jamás se resigna a vivir en la derrota. Bajar los brazos en la vida es lo mismo que denigrar nuestra propia Budeidad.
Por tal motivo, Nichiren enfatiza la importancia de la fe para superar las batallas cotidianas. La práctica de la fe es una lucha por concretar nuestros deseos. Los sufrimientos [siempre generados por los deseos mundanos] se convierten en la materia prima que alimenta la felicidad. Para quien tiene una fe firme, los sufrimientos son un estímulo que nos conduce a una existencia mucho más feliz.
En este sentido, el maestro Ikeda enfatiza: «La oración basada en la Ley Mística nunca debe ser abstracta, pues genera una realidad concreta en el nivel de la vida. Orar es iniciar un diálogo, un intercambio, con el mismísimo universo. Cuando oramos, nuestro ichinen [o determinación] está abarcando el universo entero. La oración es una lucha denodada por expandir nuestra vida. Por favor, comprendan que la oración no es un débil consuelo, sino una convicción potente, rotunda e incondicional. Y debe manifestarse en acciones concretas. Para decirlo de otro modo, cuando la oración es seria y sincera, sin falta se traduce en acciones. […] Pero, además, cuando uno establece el estado de Buda como base de esta existencia, sigue viviendo de ese modo maravilloso a través de las existencias futuras».
En otras palabras, la oración se expresa por medio de acciones, y las acciones se apoyan en la oración. Solo entonces un ser humano es capaz de generar una respuesta de las funciones universales y de todos los budas.
Como indica el Daishonin al final de esta carta, cuando escribe «no dude de esto en absoluto», lo fundamental es hacer surgir una profunda convicción y vivir con franca esperanza, basados en la oración.
CONCLUSIÓN
Cada persona que cree en el Gohonzon y entona Nam-myoho-renge-kyo, cualesquiera sean sus circunstancias, puede ser feliz absolutamente. Por eso es importante no solo llevar a cabo la práctica para uno mismo, sino enseñar a otros ese camino. Esto se conoce como «práctica para uno y práctica para los demás”. La recitación del daimoku está abierta a todas las personas, sean quienes fueren, dondequiera que hayan nacido o sea cual fuere su posición social. La luz del budismo de Nichiren es una enseñanza universal que puede guiar a todas las personas a la felicidad.
Nuestras oraciones no solo nos empoderan para solucionar problemas inmediatos; también potencian nuestro crecimiento y nos ayudan a vivir dedicados a la felicidad de quienes nos rodean. Este es el poder fundamental de Nam-myoho- renge-kyo. Y es, asimismo, el propósito con el cual realizamos cada día el gongyo y entonamos daimoku. La seriedad en la práctica budista nos permite convertir todos los obstáculos en nutrientes para desarrollarnos y en oportunidades de dar grandes saltos hacia adelante. Y esta certeza nos permite avanzar con la convicción de que nuestra vida se expandirá mucho más de lo que habíamos imaginado.
(Basado en la disertación del maestro Ikeda sobre el Gosho «La única frase esencial», publicado en Aprendamos del Gosho, vol. 1, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Azúl índigo, 2019, págs. 60 a 76).