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Las tres clases de tesoros: parte 2 (Material examen de nivel 1 y amigos Soka)

Las tres clases de tesoros: parte 2 (Material examen de nivel 1 y amigos Soka)

Las tres clases de tesoros: parte 2 (Material examen de nivel 1 y amigos Soka)

Humanismo Soka

viernes, 31 de enero de 2025

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Más valiosos que los tesoros de los cofres son los del cuerpo. Pero ninguno es tan preciado como los tesoros del corazón. Desde el mismo instante en que lea esta carta, ¡esfuércese por acumular los tesoros del corazón! [...] Si, por alguna grave falta, usted tuviese que caer en el infierno y Shakyamuni me estuviera instando a lograr la Budeidad, aun así yo me negaría. Preferiría, en cambio, ir al infierno con usted. Pues si los dos cayéramos juntos, encontraríamos al buda Shakyamuni y al Sutra del loto en ese lugar. […] Pero si usted se aparta de mi consejo, aun en lo más mínimo, luego no me culpe de lo que pueda suceder. Los escritos de Nichiren Daishonin, pág. 891 - 893.

Más valiosos que los tesoros de los cofres son los del cuerpo. Pero ninguno es tan preciado como los tesoros del corazón. Desde el mismo instante en que lea esta carta, ¡esfuércese por acumular los tesoros del corazón! [...] Si, por alguna grave falta, usted tuviese que caer en el infierno y Shakyamuni me estuviera instando a lograr la Budeidad, aun así yo me negaría. Preferiría, en cambio, ir al infierno con usted. Pues si los dos cayéramos juntos, encontraríamos al buda Shakyamuni y al Sutra del loto en ese lugar. […] Pero si usted se aparta de mi consejo, aun en lo más mínimo, luego no me culpe de lo que pueda suceder. Los escritos de Nichiren Daishonin, pág. 891 - 893.

Más valiosos que los tesoros de los cofres son los del cuerpo. Pero ninguno es tan preciado como los tesoros del corazón. Desde el mismo instante en que lea esta carta, ¡esfuércese por acumular los tesoros del corazón! [...] Si, por alguna grave falta, usted tuviese que caer en el infierno y Shakyamuni me estuviera instando a lograr la Budeidad, aun así yo me negaría. Preferiría, en cambio, ir al infierno con usted. Pues si los dos cayéramos juntos, encontraríamos al buda Shakyamuni y al Sutra del loto en ese lugar. […] Pero si usted se aparta de mi consejo, aun en lo más mínimo, luego no me culpe de lo que pueda suceder. Los escritos de Nichiren Daishonin, pág. 891 - 893.

INTRODUCCIÓN

En la última parte de este escrito, Las tres clases de tesoros, el Daishonin enseña que, de todos los tesoros, «ninguno es tan preciado como los tesoros del corazón».[1] Lo más valioso, a los efectos de lograr la genuina victoria en la vida, es nuestra naturaleza de Buda,  que se manifiesta desde el interior mediante la fe en la Ley Mística [Nam-myoho-renge-kyo]. En esta entrega, estudiaremos la enseñanza del Daishonin sobre el valor infinito de los tesoros del corazón. 

FONDO DE ESCENA

Dos meses antes de que el Daishonin escribiera esta carta, Shijo Kingo se vio ante una grave crisis, cuando su señor feudal le confiscó las tierras que administraba. Kingo eligió mantener la fe en el Sutra del loto,  a costa de perder sus feudos. El Daishonin lo elogió por su postura; en cuanto se puso de pie con fe invencible, su naturaleza de Buda interior se manifestó. Tal como estudiamos en la entrega anterior, ello llevó a que cambien las circunstancias, ya que Kingo pudo atender una enfermedad de su señor feudal y así recuperó la confianza de Ema en él. Pero Kingo todavía se encontraba en un entorno hostil. En esta parte de la carta, el Daishonin ofrece instrucciones detalladas y consejos para ayudarlo a consolidar las victorias que había concretado hasta ese entonces. Exhorta a su discípulo a mantenerse alerta para prever el menor ataque y a actuar con los demás de manera sincera y cortés. Asimismo, lo alienta a entablar relaciones amistosas con sus hermanos y compañeros de fe.

¿Cómo podemos expandir el reino interior de nuestra vida, cultivar fortaleza interior y acumular los tesoros del corazón para vivir una mejor existencia?

La respuesta se encuentra en la práctica de la Nam-myoho-renge-kyo. El Daishonin le enseñó a Shijo Kingo el criterio esencial que debe seguir como practicante: la fe, como tesoro del corazón, es mucho más importante que su finca, un tesoro de los cofres, o que su posición de samurái, que es un tesoro del cuerpo. Así, cuando Kingo practicó basado en esta orientación –es decir, poniendo la fe en primer plano– su situación adversa comenzó a despejarse. 

Los «tesoros de los cofres» son aquellos de naturaleza material; los «tesoros del cuerpo» son los relacionados con la salud o con las aptitudes adquiridas; y los «tesoros del corazón», en un nivel, denotan abundancia, riqueza y valores interiores, pero en otro nivel más profundo, son la fe y el brillo de la naturaleza de Buda que se forja a través de dicha fe. 

Kingo estaba en una situación muy particular, en la cual se exponía a perder todas sus tierras que representaban una fuente imprescindible de ingresos para él y para su familia. El hecho de que Kingo se estuviera desafiando frente a esa adversidad, basado en la fe en la Ley Mística, significa que estaba dando el valor primordial a los tesoros del corazón. Por eso, el Daishonin esclarece este punto como pauta universal e invariable para la victoria en todas las áreas de la vida. Cuando nos basamos en los tesoros del corazón, también se revelan de manera visible y en su verdadero valor, todos los otros tesoros, tanto del cuerpo como de los cofres. En otras palabras, cultivar los tesoros del corazón nos permite disfrutar al máximo los restantes tesoros y construir una vida de profunda felicidad, que no depende de las circunstancias externas.

Por eso, es importante que, sobre todas las cosas, vivamos en pos de los tesoros del corazón. Esto refleja una conciencia correcta del propósito en la vida. 

Retornar siempre al punto primordial: ¿qué significa vivir basados en la inseparabilidad de maestro y discípulo?

«Si se encuentran en un punto sin salida, vuelvan al punto de partida». Así orientaba a sus discípulos el fundador y primer presidente de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi. El Sutra del loto se basa en la postura de fe de inseparabilidad entre mentor y discípulo. El budismo del Daishonin es una enseñanza centrada en esta inseparabilidad. Nuestro punto primordial como practicantes es nuestro juramento de esforzarnos junto a nuestro maestro. Si constantemente retornamos a este punto de partida, jamás nos veremos en un callejón sin salida. 

En este pasaje, el Daishonin reafirma el incidente que marcó la relación de maestro y discípulo entre él y Shijo Kingo. El mismo alude a lo ocurrido durante la persecución de Tatsunokuchi: mientras el Daishonin era llevado al sitio de ejecución, Kingo aferró las riendas del caballo de su maestro y declaró que estaba preparado para dar la vida a su lado. A su vez, en la carta que estamos estudiando hoy, Nichiren afirma: «Si, por alguna grave falta, usted tuviese que caer en el infierno y Shakyamuni me estuviera instando a lograr la Budeidad, aun así yo me negaría. Preferiría, en cambio, ir al infierno con usted». En esta postura de responder con toda la vida a la devoción sincera de sus discípulos, vemos la esencia suprema de la enseñanza humanística del Daishonin. Es por esto que Nichiren explica que en donde brilla la inseparabilidad de maestro y discípulo incluso el infierno se convertiría en el reino de la Budeidad. 

Mientras Kingo no perdiera de vista esta actitud de luchar junto al Daishonin, podría triunfar en cualquier lugar o situación, basado en el principio de que «el infierno puede convertirse instantáneamente en la Tierra de la Luz Tranquila». Pero si se dejaba vencer por su propia debilidad, si perdía los estribos y se permitía ser desconsiderado con las personas que lo rodeaban, se apartaría del camino de la inseparabilidad que lo unía a su maestro.

Entonces, la clave de la victoria yace en alinear nuestro corazón con el de nuestro mentor, que fielmente corporifica y propaga la Ley. Si nos basamos en la orientación de nuestro mentor, podremos sobreponernos a nuestra mente vacilante y cambiante, y mantener el camino de la práctica budista. Un sutra nos exhorta a «ser maestros de nuestra mente, en lugar de permitir que ella nos domine».[2] Solo cuando practicamos la fe con la misma postura que nuestro mentor podemos ser realmente maestros de nuestra mente y lograr la Budeidad en esta existencia.

CONCLUSIÓN 

¿Cómo transformar la oscuridad fundamental inherente a la vida del ser humano? ¿Cómo expandir la red de solidaridad entre las personas dedicadas a la causa del bien? ¿Y cómo construir una sociedad de convivencia armoniosa y pacífica? 

Nuestro corazón es el tesoro más insuperable de la existencia. Está dotado de increíble potencial y de suprema nobleza. 

La filosofía de la SGI se basa en la enseñanza del Sutra del loto sobre el respeto a los demás, expresado en la conducta cotidiana, y en el principio según el cual todos los cambios comienzan por nuestra propia transformación y por los tesoros del corazón que seamos capaces de construir.

Toda la filosofía budista halla su expresión suprema en nuestro comportamiento como personas. Solo cuando expresamos en nuestros actos el supremo tesoro del corazón expuesto en el budismo –es decir, la naturaleza de Buda que se manifiesta desde el interior de cada uno– podremos dar pruebas concretas del poder de la fe y propagar a otros el budismo del Daishonin

En todo el mundo, la sociedad deposita enormes expectativas en la filosofía humanística de la SGI. Nuestro esfuerzo en pos de la revolución humana infunde esperanza al resto de la humanidad.

CITAS

1 Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 892.

2 Ib., pág. 526.

© Humanismo Soka - 2024

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