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Transformar el karma en misión (Material examen de nivel 1 y amigos Soka)

Transformar el karma en misión (Material examen de nivel 1 y amigos Soka)

Transformar el karma en misión (Material examen de nivel 1 y amigos Soka)

Humanismo Soka

sábado, 11 de enero de 2025

sábado, 11 de enero de 2025

En la siguiente entrega del material para el examen de nivel 1 y amigos Soka, les proponemos profundizar juntos sobre la revolucionaria visión del karma que propone el budismo de Nichiren Daishonin, a partir del mensaje esencial del Sutra del loto.

En la siguiente entrega del material para el examen de nivel 1 y amigos Soka, les proponemos profundizar juntos sobre la revolucionaria visión del karma que propone el budismo de Nichiren Daishonin, a partir del mensaje esencial del Sutra del loto.

En la siguiente entrega del material para el examen de nivel 1 y amigos Soka, les proponemos profundizar juntos sobre la revolucionaria visión del karma que propone el budismo de Nichiren Daishonin, a partir del mensaje esencial del Sutra del loto.

La palabra «karma» suele ser utilizada como sinónimo de un destino que «nos toca» y que debemos atravesar. Además, tiende a asociarse con la idea de una repercusión negativa. Sin embargo, el budismo de Nichiren Daishonin sostiene que cada persona puede transformar positivamente cualquier situación y direccionar el rumbo de la existencia para afianzar un estado de vida de auténtica felicidad. Este término proviene del vocablo sánscrito karman, que significa «acción». Pero el karma no es solamente una acción, sino que es la serie de actos que generamos cotidianamente y su «influencia potencial» en la vida. Podría entenderse así que el karma está constituído por los hábitos, inclinaciones o tendencias que tienden a repetirse (en verdad, que repetimos) y que son creadas por medio del pensamiento, la palabra y la acción del individuo.

Este principio se sustenta en la Ley de causa y efecto. Todo acto, pensamiento o palabra es una causa, y esa causa genera efectos latentes que se manifiestan concretamente en la vida de la persona. Si la causa es positiva, el efecto es positivo y a la inversa. Sin embargo, en la vida a veces enfrentamos dificultades cuya causa no podemos identificar. En esos momentos, podemos llegar a pensar: «Yo no cometí ningún error ni causé ningún mal. ¿Por qué tengo que sufrir de esta manera?». Pero, en verdad, el karma trasciende la existencia actual. De este modo, podemos atribuirle sentido a todo aquello que nos sucede; las acciones de uno en el pasado han dado forma a la realidad presente, y las acciones en el presente influyen en su futuro. Así y todo, el budismo de Nichiren pone énfasis en el instante actual como la clave de una transformación profunda y abarcadora para triunfar en la vida.

Nuestra decisión puede cambiarlo todo

Desde la perspectiva de las enseñanzas del Daishonin y su filosofía humanista, el karma no debe verse como un concepto fatalista. No tiene que ver con un pasado estático que nos condena o con un «destino irremediable» que ya está definido. Por el contrario, la idea de que algo, aparte de uno mismo, controla nuestro destino supone una forma de evadir el hecho de que debemos enfrentar y desafiar las cuestiones concretas de la vida. El foco fundamental se encuentra en qué hacemos aquí y ahora.

Nichiren menciona un influyente pasaje de las escrituras budistas: «Si queréis comprender las causas que existieron en el pasado, observad los resultados tal como se manifiestan en el presente. Y si queréis comprender qué resultados se manifestarán en el futuro, observad las causas que existen en el presente».1

En otras palabras, la acción victoriosa de hoy es el triunfo de mañana. El budismo de Nichiren plantea que cada ser humano tiene el potencial de transformar su karma, por medio de la entonación de Nam-myoho-renge-kyo. Si estuviéramos restringidos por el efecto específico de cada acto negativo cometido en el pasado, el tiempo que tardaríamos en expiar la acumulación de todas y cada una de las causas de existencias anteriores sería incalculable. En este caso, solo sería posible llegar a ser un buda al cabo de incontables existencias dedicadas a la práctica budista.

En cambio, el budismo de Nichiren se centra en la determinación interna del individuo. Al respecto, el maestro Ikeda expresa: «El karma negativo es abarcado por el estado de Budeidad, y la fuerza de este actúa purificándolo. Para usar una analogía, la aparición del estado de Budeidad es como la salida del sol. Cuando se produce el amanecer en el Este, las estrellas que hasta ese momento habían titilado en el cielo nocturno, en cuestión de instantes, dejan de ser visibles, y hasta nos dan la impresión de haber desaparecido».2 Esta visión propone una perspectiva de causalidad abarcadora, basada en la Ley Mística, donde todo depende de uno mismo.

Convertir el karma en misión

La Ley de causa y efecto es inexorable, por lo tanto no podemos eludir ninguna retribución del pasado. No obstante, la sabiduría y la fuerza vital de nuestra naturaleza de Buda inherente que se activa mediante la entonación de Nam-myoho-renge-kyo nos permite enfrentar el sufrimiento de manera concreta y transformarlo. Cambiar el karma significa cambiar nuestra vida ahora mismo. No necesitamos indagar excesivamente sobre qué acciones causaron nuestra desdicha actual, sino comprometernos valientemente por superarla, crear valor a partir de ella y convertirla en una experiencia valiosa. Cuando consideramos los problemas como una oportunidad única para extraer nuestro mayor potencial, los volvemos una fuente de aprendizaje y crecimiento, generando causas positivas para el futuro. De este modo, al cambiar nosotros mismos somos capaces de transformar positivamente nuestro «karma negativo», tal como señala el término budista de «convertir veneno en medicina».

El maestro Ikeda afirmó: «Muchos miembros de Gakkai comenzaron a practicar esta filosofía porque sufrían de alguna enfermedad, padecían por problemas económicos, discordia familiar u otro tipo de dificultades. En otras palabras, comenzaron a practicar por motivos personales. Pero Nichiren Daishonin escribe: «Sin embargo, no solo debe perseverar en su práctica personal, sino también enseñar a los demás». Además de esforzarnos en la fe –nos dice– es importante que ayudemos a otros a hacer lo mismo. Básicamente, uno construye una dicha profunda y estable cuando vive basado en ese deseo solidario de que los demás también sean felices. Esto sería la fusión entre la práctica para uno mismo y la práctica para otros. Los deseos mundanos personales y las luchas que uno tiene que resolver en su propia vida son la fuerza motriz de esa práctica de bodisatva que es el kosen-rufu (la paz mundial)».3

El Sutra del loto expone el concepto de «adoptar voluntariamente el karma apropiado» (en japonés Ganken o go). Este principio implica asumir nuestro karma como un medio para transmitir el potencial de la fe a quienes nos rodean. A medida que nos esforzamos por el bienestar de otros, de a poco trascendemos el yo inferior y estrecho que solo puede interesarse de verdad por cuestiones personales, y elevamos gradualmente nuestro estado de vida. El compromiso con el bienestar ajeno es lo que nos impulsa a transformar nuestro estado de vida y a llevar a cabo nuestra revolución humana.

La palabra «Soka» significa «crear valor», y es sinónimo de esperanza. Cuando una persona triunfa sobre una circunstancia difícil –sea de trabajo, de salud, de relaciones humanas o de cualquier otra índole– puede brindar esperanza a quienes están enfrentando obstáculos similares.

Desde este punto de vista, los integrantes de la Soka Gakkai no perciben las vicisitudes de la vida como parte de un ineludible destino, sino como la oportunidad para fortalecer la fe, y brindar aliento y esperanza a las personas a su alrededor. Así, consideran todas las dificultades como su misión personal, con el profundo juramento que realizaron para transformar la realidad.

Cuando oramos no solo por nuestra propia felicidad sino por la de quienes nos rodean, elevamos de tal manera nuestro estado de vida que observamos todas las dificultades con serena convicción. Los problemas no desaparecen, pero estos no nos agobian. De este modo, podemos transformar el karma en misión entonando Nam-myoho-renge-kyo con la convicción de que nuestra prueba contundente de victoria se convertirá en aliento e inspiración para abrir el camino hacia la paz global.

Como expresa el maestro Ikeda: «Todos tenemos nuestro karma, nuestro destino. Pero cuando lo miramos de frente y comprendemos su verdadero significado, cualquier problema puede servirnos para construir una vida mucho más rica y profunda. Y nuestro esfuerzo por batallar contra el destino es ejemplo e inspiración para incontables personas».4

1 Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 295.

2 IKEDA, Daisaku: El mundo de los escritos de Nichiren Daishonin: Diálogo sobre la religión humanística, El exilio a Sado - Parte 2, publicado en la edición de marzo de 2003 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.

3 IKEDA, Daisaku: La sabiduría para ser feliz y crear la paz, Buenos Aires: Azul Índigo, 2022, vol. 2, pág. 29.

4 IKEDA, Daisaku: El mundo de los escritos de Nichiren Daishonin: Diálogo sobre la religión humanística, El exilio a Sado - Parte 2, publicado en la edición de marzo de 2003 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.

© Humanismo Soka - 2024

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