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«El verdadero amor nos permite amar a la humanidad entera»

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Humanismo Soka

martes, 18 de febrero de 2025

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¿Qué buscamos en el amor? ¿Cómo influye en nuestra vida? ¿Cómo podemos vivir el amor de una forma que nos permita avanzar hacia la verdadera felicidad? En este artículo te invitamos a reflexionar sobre este tema desde el punto de vista de la filosofía budista.

¿Qué buscamos en el amor? ¿Cómo influye en nuestra vida? ¿Cómo podemos vivir el amor de una forma que nos permita avanzar hacia la verdadera felicidad? En este artículo te invitamos a reflexionar sobre este tema desde el punto de vista de la filosofía budista.

¿Qué buscamos en el amor? ¿Cómo influye en nuestra vida? ¿Cómo podemos vivir el amor de una forma que nos permita avanzar hacia la verdadera felicidad? En este artículo te invitamos a reflexionar sobre este tema desde el punto de vista de la filosofía budista.
Sobre el ideal que nos mueve

Quizás solemos pensar en una noción del amor vinculada a la diversión, a disfrutar de la vida y buscar en otra persona una suerte de felicidad. A raíz de esto, cuando no estamos en pareja, nos sentimos solos, y cuando estamos con alguien, solemos depender de ellos para estar «bien» o «mal». De esta forma, el amor solo nos termina volviendo más débiles, en vez de motivarnos a crecer y mejorar cada día como personas para avanzar hacia nuestros sueños. Por costumbre, es posible que terminemos haciendo del amor el centro de nuestros pensamientos, y a veces tomamos actitudes o decisiones que nos perjudican o dañan a los demás. Es por esto que, cuando el amor es nuestro único desvelo, nos cerramos a los demás y se hace difícil poder crear valor a partir de él.

Aunque es muy común «romantizar» ciertos aspectos del amor, la verdad es que, en el fondo, lo que todos deseamos es ser realmente felices. Y un amor de esta clase difícilmente nos permitirá construir esa felicidad. El budismo de Nichiren Daishonin explica que existen dos tipos de felicidad. La primera llamada felicidad «relativa», está vinculada con la concreción de los deseos que surgen a lo largo de nuestra vida: una pareja, un trabajo, una casa, un auto, etc. La filosofía budista reconoce estos deseos como un motor que nos permite avanzar y los ve como necesarios para nuestro desarrollo. Por otra parte también expresa que, la felicidad verdadera denominada «absoluta», no tiene que ver con que alguien nos dé o que provenga de afuera. Esta felicidad, que no depende de las circunstancias, es un estado de vida de profunda fortaleza, convicción y sabiduría, que nos llena de vitalidad y nos permite crear ilimitado valor, día tras día. Es una felicidad imperturbable, que nadie puede quitarnos, y que absolutamente todos, más allá de lo que hayamos vivido hasta hoy, podemos hacer surgir. A través de la práctica cotidiana de la entonación de Nam-myoho-renge-kyo, uno puede manifestar su Budeidad, y consolidar, así, el palacio interno de la felicidad absoluta.

Esto se da en la medida que uno se esfuerza en lo que denominamos «revolución humana», que es el proceso de transformación interior que le permite a los seres humanos convertirse en su mejor versión, manifestando desde su interior su estado innato de Buda y así convirtiendo todas las dificultades con las que se enfrenta en beneficios y buena fortuna. Así, incluso cuando hacemos frente a los peores problemas, hasta los más profundos sufrimientos, se vuelven un trampolín que nos impulsa a fortalecernos, ser personas más sabias, capaces de crear valor positivo para nosotros mismos y nuestra comunidad. 

Como esta felicidad no depende de otra persona, si estamos «solos», si estamos atravesando una ruptura, o teniendo problemas con nuestra pareja, si estamos enamorados de alguien sin ser correspondidos, incluso si tuvimos que enfrentar agudos dolores del corazón debido a alguna situación amorosa o si no sabemos cómo encarar este aspecto de la vida, uno puede consolidar este estado indestructible en el que la esperanza y la alegría iluminan nuestro corazón.

Los practicantes del budismo de Nichiren, basados en un profundo sentido de propósito, dedican sus esfuerzos a la construcción de una era de paz día tras día. Son personas que, preocupados por el sufrimiento que atraviesa la humanidad, realizan con alegría una labor anónima, alentando e inspirando a quienes se encuentran a su alrededor. Como el kosen-rufu es la paz mundial y la felicidad de todos los seres vivientes, al orientar nuestros esfuerzos y preocupaciones hacia este ideal mientras rompemos nuestras propias limitaciones, la concreción de todos nuestros sueños queda contenido en este noble propósito. Nos invita a expandir nuestro corazón para abrazar a todas las personas, transformar nuestras debilidades en fortalezas e iluminar la oscuridad de nuestra vida. De esta manera, uno no solo manifiesta su mejor versión, sino que realiza grandes contribuciones positivas a la sociedad desde el lugar en el que está y naturalmente las relaciones que establezcamos tendrán un «estado de vida» más elevado.


¿Qué es el amor?

El maestro Daisaku Ikeda un día conversó largamente con jóvenes que se preguntaban diferentes cosas sobre el amor. A continuación, compartimos extractos de estas conversaciones, plasmados en el ensayo «¿Qué es el amor?», en el que conocemos esta refrescante visión que propone el budismo sobre esta temática:

«Naturalmente, el amor genera toda clase de inquietudes y reacciones. Cada persona tiene su propio carácter y temperamento, pues el medio en que ha crecido y sus circunstancias son diferentes. No existe una regla universal que se aplique a todos los problemas y personas. (…) Que dos seres humanos deseen relacionarse afectivamente es algo tan personal, que, en principio, ningún tercero debería inmiscuirse. Sin embargo, como predecesor en la vida y como persona que ha podido acumular más años de experiencia, quiero recalcar un punto clave: nunca se aparten ni se desvíen de la órbita fundamental, que es su propio desarrollo como seres humanos.

El amor tiene que ser una fuerza que los ayude a desarrollarse, a expandir su vida y a hacer surgir ese potencial innato que todos poseen, ese hermoso caudal de vitalidad, frescura y dinamismo. Claro que esto sería lo ideal. Como bien reza el dicho: “El amor es ciego”… Y ya sabemos que cuando uno se enamora, pierde toda objetividad. Si la relación de pareja que entablan causa preocupación a sus padres, los lleva a descuidar los estudios o a tener inclinaciones autodestructivas, ese amor sólo servirá para hacerse daño mutuamente. Cada uno actúa como influencia negativa para el otro, y de esta manera, a la larga, ambos se condenan a la infelicidad.

Si una relación de pareja les hace olvidarse de lo que deben llevar a cabo, si los aleja de su objetivo en esta existencia, creo que está mal encaminada. Una relación sana es aquella que los impulsa a alentarse mutuamente, a compartir sueños y esperanzas para que ambos logren sus metas. Es una fuente de inspiración que brinda alegría, emoción y esperanza en la vida.

[El amor] es un tema muy complejo, profundamente relacionado con la actitud y las ideas de cada uno hacia la vida. Por eso, siempre digo que una relación no se debe concebir ni tomar a la ligera.

Cuando en una pareja no existe respeto mutuo, es muy difícil que el amor perdure o que estimule el desarrollo de ambas personas.

En lugar de sucumbir a la pasión superficial y encerrarse en un mundo donde no entran más que dos, es mejor buscar un vínculo que los enriquezca con las virtudes del otro y los lleve a ser mejores personas. Antoine de Saint-Exupéry, autor de El principito, escribió una vez: “Amar no significa mirarse el uno al otro, sino dirigir la mirada hacia una misma dirección”. En tal sentido, si hay algo que ayuda a que la relación perdure y se fortalezca es compartir las mismas creencias y valores.

Por favor, tampoco caigan en el error de pensar que el amor lo es todo. No crean que mientras su noviazgo funcione bien, el resto del mundo es indiferente. Tampoco pretendan vivir una historia de amor enfermiza y obsesiva, que acabe hundiéndolos en las profundidades del dolor y en el “dulce sufrimiento” de una relación tortuosa.

Muchos amores, que en su momento creímos ser una pasión eterna, resultaron ser, a su término, una simple ilusión. El estudio es algo diferente: lejos de alucinarnos, brinda enseñanzas perdurables y enaltecedoras. Por eso, aunque se enamoren, nunca permitan que se apague en ustedes la sed de aprender.

Hay un retoño lleno de promesas, que anuncia flores extraordinarias para el día de mañana. No lo arranquen de raíz yendo detrás de un amor ciego, como les sucede a tantas personas que truncan su potencial por un capricho.

La vida cotidiana es muy simple y sencilla. No tiene nada de extraordinario. Para lograr lo que uno se propone hay que hacer un esfuerzo tremendo; lógicamente, no siempre hay momentos felices y divertidos. Pero, a diferencia de la realidad cotidiana, en el amor hay mucho de emoción y de ilusión. Es como una novela, donde uno se siente protagonista. Sin embargo, si uno recurre al amor tan sólo porque la vida lo aburre y se desvía del camino que debe transitar, convertirá un sentimiento tan noble en un pobre medio de escape. El amor será un espejismo, un refugio para no ver la realidad. Pero por más que uno busque amparo en el amor, es imposible que la euforia de los primeros tiempos dure eternamente. Cuando una pareja es ilusión, lo más probable es que el tiempo multiplique las horas de amargura y de vacío. ¿Por qué? Porque uno podrá huir de las situaciones, pero nunca escapar del encuentro consigo mismo. Si no vencen la debilidad íntima, el sufrimiento los perseguirá dondequiera que vayan. No esperen hallar la dicha verdadera si no empiezan por realizar un cambio interior. La felicidad no es algo que pueda darnos otra persona ni una relación de pareja. Es uno quien debe cultivar la capacidad de ser feliz, en forma autónoma y libre. Para ello, el único camino está en desarrollarnos como seres humanos. Si por ir detrás del amor se olvidan de crecer y sacrifican su propia capacidad, nunca conocerán la auténtica dicha. La verdadera felicidad tiene una sola receta, y ésta no es más que el propio esfuerzo.

Además, quiero señalar que buscar el amor como una evasión de la realidad es una falta de respeto, tanto hacia nuestra pareja como hacia nosotros mismos.

Cada uno de ustedes tiene una misión que cumplir y que nadie más puede llevar a cabo en su reemplazo. […] Es muy egoísta pasar la vida centrado en las propias preocupaciones y sólo en busca de la satisfacción personal.

Por otro lado, sólo cuando uno ama de verdad a otra persona podrá desarrollarse y ampliar su corazón. El verdadero amor nos permite amar a la humanidad entera. Así que toda relación debería prestarse a fortalecer, enriquecer y elevar nuestro estado de vida. A fin de cuentas, el estado de vida se refleja en la clase de amor que uno es capaz de dar. Y lo mismo puede decirse de la amistad. Todo lo que hagan ahora para perfeccionarse como seres humanos les permitirá crear lazos de amistad sincera el día de mañana.

Una vez que la relación comienza, uno piensa que negarse o rechazar a la pareja es una suerte de “deslealtad”, de “desinterés”. Por eso alguien ha dicho que, en cierto sentido, enamorarse es subirse a un auto sin frenos. Una vez que el vehículo arranca, es difícil bajarse porque no hay cómo detenerlo, aun cuando uno se arrepienta de haber subido. A veces uno se lanza al amor creyendo que actúa con total libertad o independencia, pero luego cae en la cuenta de que su elección estuvo condicionada por muchas presiones internas. Todos ustedes son personas valiosas e importantes. Aprendan a valorarse. No vayan por caminos tortuosos y enfermizos. Siempre escojan la ruta de la honestidad. El amor auténtico sólo puede establecerse entre personas que tienen madurez y autonomía individual. Por eso, es tan importante el desarrollo de uno mismo.

Pero buscar todo el tiempo la aprobación de la pareja es rebajarse demasiado. En una relación así, no hay muestras de consideración ni señales de un corazón profundo, ni, mucho menos, amor. Si la voz de su corazón les está diciendo: “Tú no mereces una relación como ésta”, espero que tengan la valentía y la dignidad de decir lo que sienten, aun a riesgo de ser rechazados por la otra persona. Pero, por favor, no se resignen pasivamente a una relación desdichada… El verdadero amor no tiene nada que ver con la dependencia; por el contrario, sólo existe cuando ambos son individuos independientes. Cuando una persona sólo tiene sentimientos superficiales, lo único que pude esperar es formar una relación frívola y ligera. Así que, si ustedes quieren una pareja de verdad, primero deben construir una firme y sólida identidad. Para amar de verdad no hace falta ser complaciente con la otra persona, ni aparentar lo que no somos. Por otro lado, cuando existe verdadero amor, nadie fuerza a la pareja a hacer algo que el otro no desea ni se apresura a hacer cosas de las que, luego, uno mismo no podrá hacerse cargo.

De todas formas, aunque ahora crean estar viviendo momentos muy agradables y sientan: “Lo nuestro va en serio”, si descuidan su desarrollo personal, todo terminará siendo un pasatiempo sin trascendencia. No olviden que un juego, por interesante que parezca, nunca deja de ser un juego. Si multiplicamos diez millones por cero, el resultado da siempre cero. No desearía que tuviesen una relación así. Sería muy penoso que, en nombre de un amor superficial, su vida perdiera los valores que la vuelven valiosa y profunda.

No dejen que un desengaño amoroso les haga perder las esperanzas de la vida. En cambio, díganse a sí mismos, que no son personas débiles ni frágiles para dejarse aplastar por un revés del amor. Podrán pensar que nadie hay en el mundo tan importante como el ser amado, que es totalmente incomparable… Pero reflexionen un instante. Entre las cien personas que conocerán de aquí en adelante, ¿es ésa la mejor? Entre las mil o diez mil personas que la vida les pondrá por delante, ¿no habrá nadie mejor? Si uno va creciendo como ser humano, también modifica su forma de ver a la gente. Hay quienes sufren desengaños amorosos; hay quienes sienten que no valen nada. Pero, por mucho que sufran y sufran, nunca piensen que su vida no tiene valor. Nunca crean que son inservibles. Aunque pongan en una torre todos los tesoros del universo, nunca llegarán a compararse con el valor de su vida.

Por favor, tengan la confianza y la fortaleza de pensar: “¡Pobre! ¡Qué lástima que no haya podido apreciar mi valor como persona!”. Esta clase de flexibilidad ante las circunstancias es muy provechosa.

¡Deben ser fuertes! Cuando un ser humano posee fuerzas suficientes, hasta la tristeza se convierte en alimento y el dolor pasa a ser un combustible. La verdadera esencia de la vida suele manifestarse cuando pasamos por los abismos más oscuros del sufrimiento, cuando creemos que su peso nos aplastará. Por eso, justamente porque han conocido grandes angustias, es imperioso que sigan viviendo, creciendo y avanzando, siempre hacia adelante. Si toman las amarguras como impulso para crecer, podrán adquirir mayor profundidad y amplitud como seres humanos; esta será la cosecha de su sufrimiento y de su dolor». [1]


CITAS
[1] IKEDA, Daisaku: «¿Qué es el amor?», perteneciente a la serie «Conversaciones sobre la juventud: Para los protagonistas del siglo XXI», publicado el 27 de noviembre de 1996, en el Koko Shimpo, periódico del Departamento de Estudiantes de la Soka Gakkai.

© Humanismo Soka - 2024

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