Humanismo Soka
Agradezco profundamente los esfuerzos que hicieron por celebrar juntos este mes conmemorativo.
Antes que nada, quisiera rendir homenaje a las personas que han perdido la vida a causa de la pandemia. Estoy orando por los fallecidos y enviando daimoku por la recuperación de las personas afectadas por el COVID-19; asimismo, por la salud, la larga vida y la seguridad de todos nuestros preciados amigos y compañeros de fe.
Nada es tan fuerte ni brilla con tanta intensidad como la red solidaria de una juventud que se desarrolla y avanza con gran dinamismo. Todos ustedes son insustituibles jóvenes, sucesores de nuestro movimiento Soka. Son la esperanza de la sociedad y el tesoro de la humanidad. En medio de una adversidad sin precedentes, están poniendo todo su empeño en infundir esperanza y aliento revitalizante a todas las personas a su alrededor, asumiendo el compromiso mancomunado de «orar ante todo por el orden y la tranquilidad en los cuatro sectores del territorio»1 tal como nos insta Nichiren Daishonin en su tratado Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra. Hoy, seguiré la actividad como si estuviera junto a ustedes, intercambiando con cada uno un fuerte apretón de manos.
En otro escrito, el Daishonin dice: «Un árbol trasplantado no caerá, aunque sople el viento con furia, si tiene un firme puntal que lo sostenga».2 Luego señala que «una persona débil no tropezará si es sostenida por alguien fuerte». Con estas palabras nos transmite la importancia de los «buenos amigos».
Ustedes han abrazado esta enseñanza, la insuperable filosofía del budismo Nichiren, en plena juventud, y tienen a su lado compañeros con quienes se alientan para ponerla en práctica.
Por eso, de ninguna manera serán derrotados por la tormenta de desafíos ni los vientos huracanados de sufrimientos que azotan hoy al mundo entero. Pase lo que pase, con la unión y la valentía como consignas, extiendan profundamente las raíces de la fe en el vasto suelo de la vida, apóyense y protéjanse mutuamente con sus camaradas. Deseo que cada uno, sin excepción, tenga la firmeza indoblegable de un árbol imponente ante las tempestades y forme junto con sus compañeros una gran legión de valores humanos, de Bodisatvas de la Tierra que contribuya a la sociedad y a sus semejantes.
Les pido que se conviertan sin falta en verdaderos triunfadores tanto en su trabajo, en sus estudios, en su comunidad y en su vida cotidiana, entonando «día tras día y mes tras mes»3 un potente y resonante daimoku como el rugido del león. Sigan ampliando su red juvenil y victoriosa, e impulsando nuestro movimiento cuya meta es «establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra», orando por la felicidad de todas aquellas personas con quienes han entablado relación y brindándoles a cada una de ellas su más cálido aliento.
No dejen de ser afectuosos con sus padres. Y, por favor, cuídense para estar a salvo de cualquier accidente y mantener la salud ante todo.
¡Avancen a la vanguardia de todos los jóvenes del mundo con las miras puestas en el nonagésimo y el centésimo aniversario de la fundación de la Soka Gakkai!
Julio de 2020.
Daisaku Ikeda.