Humanismo Soka
El monte Fuji me recuerda a la novela Miyamoto Musashi. Hay un pasaje de esa obra que tengo siempre presente; contiene una profunda verdad, y lo he citado muchas veces en mis discursos:
Más que preocuparte por tu futuro pensando: «Quizá deba convertirme en esto. O tal vez en aquello», primero adquiere compostura y construye una identidad firme e inamovible como el monte Fuji. [1]
No pierdan la compostura, por mucho que ocurra o que digan los demás. No entren en pánico; no abandonen la confianza en ustedes mismos. Así debemos avanzar, toda la vida. Esta postura, en sí misma, es prueba de una genuina personalidad.
Una vez, cuando era joven, el señor Toda y yo estábamos solos contemplando el monte Fuji. De pronto, dijo: «Daisaku, el monte Fuji parece siempre imperturbable y sereno, pero en la cumbre, es azotado por vientos implacables. Del mismo modo, quien llega a la cúspide debe afrontar vientos feroces». Jamás olvidaré esas palabras, mientras viva.
Sea como fuere, hoy quería transmitirles a todos este inolvidable pasaje que conservo de Miyamoto Musashi.
El señor Toda proclamó: «Lo que construirá el nuevo siglo será la pasión y la fuerza de los jóvenes».
La Soka Gakkai ha entrado en una nueva fase, en la cual pasaremos el relevo a la gente joven que asumirá la total responsabilidad del kosen-rufu. El Departamento Juvenil está adquiriendo un papel crucial. Los tiempos cambian, y así debe ser. De otro modo, nunca podría dar paso a una nueva época.
Con ese espíritu, convoco a los compañeros de los Departamentos Femenino y de Señores a trabajar sin reservas para apoyar y capacitar a la juventud, de manera que pueda abrir un camino realmente magnífico como sucesores.
Y espero que los jóvenes también avancen con esta determinación. Mi deseo es que hereden correctamente la misión de la Soka Gakkai, una organización única, sin igual, que surgió en respuesta al propósito del Buda; un noble movimiento dedicado a hacer realidad el kosen-rufu. A su vez cuento con que los jóvenes abrirán innovadoras rutas hacia una espléndida nueva era de la Soka.
Hace poco, recibí un libro desde Moscú: una autobiografía de Natalia Sats (1903-1993), la célebre madre del movimiento de arte infantil en Rusia, amada por los niños de todo el mundo, quien falleció hace tres años, a los noventa años. Viktor Prokhorov, presidente del Teatro Estatal Moscovita de Música para Niños —fundado por la señora Sats—, fue quien me envió el ejemplar. En esta obra póstuma, la señora Sats también evoca los encuentros que ambos mantuvimos; en uno de ellos, le transmití la visión budista sobre la eternidad de la vida, que, según dijo, le había dado infinita esperanza.
Durante una de las purgas de Stalin, en su juventud, ejecutaron a su esposo, que era inocente de todo delito. Ella misma, falsamente acusada, fue condenada a cinco años de cárcel, que pasó mayormente en un presidio de Siberia haciendo trabajos forzados.
Allí, donde estaba recluida, había otras convictas, también injustamente sentenciadas. Estas prisioneras, desoladas, se habían resignado al letargo del miedo y la tristeza. Pero, aunque sus dificultades eran así de sombrías, la señora Sats no aceptó hundirse en la pesadumbre. De inmediato se puso a pensar cómo levantar el ánimo de estas compañeras de celda inmersas en un abatimiento extremo. Y al poner en el centro a los demás, el sol de la esperanza comenzó a elevarse en su corazón.
Natalia Sats en su juventud.
La señora Sats escribió en su autobiografía: «Debo ayudarlas a sobrevivir. A ellas y a mí. Necesito cambiar mi manera de pensar; tratar de creer que esta realidad actual no es el fin, de ninguna manera». [2] Determinó que, por desalentadoras que fuesen sus circunstancias en ese momento, su vida no iba a terminar, y que lucharía hasta el final.
El señor Toda una vez me dijo: «Podemos convertir una derrota en la causa de una futura victoria. Y podemos hacer que una victoria sea la causa de una derrota futura».
El budismo de Nichiren es el budismo de la verdadera causa; el budismo del presente y el futuro. No vivimos aferrados al pasado. Siempre nos estamos desafiando, de hoy hacia el mañana. «¡Tenemos todo el futuro por delante! ¡Apenas hemos comenzado!»... Porque avanzamos con esta postura, jamás nos estancamos.
Cuando cambiamos nuestra actitud o estado interior, también se transforma el entorno inmediato. El budismo enseña esto a través de las doctrinas sobre «la inseparabilidad entre la vida y su ambiente», y sobre «los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital».
Natalia Sats descubrió, en la cárcel, a compañeras en cautiverio como ella con excelentes aptitudes de toda clase. De nada servía lamentarse de su situación. Pensó entonces: «Por qué no aprovechamos el talento de todas y aprendemos unas de otras... Organicemos una escuela. Una podría dar clases de ciencia, otra podría enseñarnos medicina». La señora Sats tenía una hermosa voz. En una ocasión, recitó un poema de Pushkin que conmovió y alentó a las demás reclusas.
La cárcel era un lugar oscuro y aislado del resto del mundo. Pero también era un sitio ideal para estudiar sin distracciones. Lo convirtieron en un escenario donde disfrutar del arte escénico. Como vemos, un cambio en nuestra perspectiva puede cambiarlo todo. La señora Sats trató de que cada jornada fuese lo más amena y valiosa posible. Las personas realmente sabias son capaces de crear valor en cualquier circunstancia.
En esa celda de tamaño inferior, la señora Sats creó una historia grandiosa.
Los pequeños encuentros pueden marcar una gran diferencia. Las reuniones de diálogo, visitas hogareñas y orientaciones personales son las actividades más importantes.
Los líderes con experiencia de verdad son los que se relacionan con los demás de vida a vida, generando diálogos alentadores e inspirando cálidamente a las personas a renovar su convicción en la fe. Estos encuentros suelen motivar decisiones perdurables cuyas reacciones en cadena generan un «efecto dominó» que se extiende a muchos otros.
El esfuerzo constante de visitar a cada miembro y mantener el diálogo sincero, de vida a vida, es lo que permite crear aquel lazo que afianza a una persona tras otra. Este trabajo infatigable ha sido el secreto de nuestro actual desarrollo. Y si redoblamos nuestro compromiso con esta tarea, podremos crear una nueva onda expansiva de enorme poder. Este es el camino que conduce al eterno avance del kosen-rufu.
La señora Sats y sus compañeras, en la cárcel, decidieron que nadie debería sufrir a solas. La soledad solo agrava la tristeza y la vuelve mucho más irreparable.
Somos seres sociales. Lo que nos vuelve realmente humanos es el encuentro con otros; solo así podemos enriquecernos mutuamente. A través de interactuar con los demás, desafiándonos entre la gente, podemos crecer y desarrollarnos como personas compartiendo dichas y pesares, así como los altibajos de la vida.
Para ser humanistas, no necesitamos enunciar complejas teorías. Solo hace falta creer de verdad en el ser humano y tratar de unir a las personas. Ese es el verdadero humanismo: crear lazos de fraternidad.
La amistad es fuerza. Este poder subyacente de la Soka Gakkai también se debe a nuestra amistad, camaradería y sólida unión en la fe. La estructura organizativa debe ser secundaria a esto; recordemos que la organización es un medio para profundizar nuestra fe, amistad y espíritu fraterno.
Las actividades nos permiten adquirir tesoros en la vida, día a día, porque promueven la amistad tanto en nuestro entorno inmediato como en la sociedad. Somos practicantes del budismo de Nichiren; así pues, vivamos de un modo admirable, que inspire en los demás el deseo de emularnos, representando cada uno la saga de su revolución humana en sus propios términos, fiel a sí mismo.
La mejor forma de vivir es dedicarnos a la gesta personal de nuestra revolución humana, día tras día, respetando la propia individualidad. El crecimiento que alcancemos en este proceso será una magnífica forma de transmitir a otros la grandeza del budismo de Nichiren.
Quiero citar aquí un conocido pasaje de La apertura de los ojos:
«Aunque mis discípulos y yo encontremos toda clase de dificultades, si no albergamos dudas en nuestro corazón manifestaremos la budeidad en forma natural. No duden [del beneficio de practicar el Sutra del loto] tan solo porque el cielo no les brinde su protección; no se desalienten tan solo porque en esta existencia su vida no sea cómoda y segura. Es lo que he venido enseñando a mis discípulos día y noche, y sin embargo, han comenzado a albergar dudas y a abandonar la fe. Cuando llega el momento crucial, los necios tienden a olvidar sus promesas». [3]
El Daishonin nos asegura que, si seguimos esforzándonos en la fe toda la vida, manifestaremos la budeidad infaliblemente; por eso, nos anima a perseverar, sin detenernos ante ninguna dificultad que encontremos en el camino.
«No duden tan solo porque el cielo no les brinde su protección», advierte el Daishonin. Desde una perspectiva a largo plazo, es seguro que obtendremos beneficios. Aunque la situación parezca contradictoria, mantengamos la certeza de convertir el veneno en remedio.
«No se desalienten tan solo porque en esta existencia su vida no sea cómoda y segura», nos enseña. Una vida fácil y resuelta no nos vuelve personas más fuertes.
La práctica budista está colmada de difíciles retos, pero nos permite experimentar el júbilo indescriptible de la revolución humana, algo que jamás sería posible en una vida de constante comodidad. Por eso, el Daishonin nos advierte estrictamente que, en los momentos cruciales, no olvidemos nuestras promesas en relación con la fe.
¡Juntos, hagamos que el año próximo también esté repleto de victorias extraordinarias!
(Traducción del artículo publicado el 1.o de diciembre de 2024 en el Diario Seikyo, periodico de la Soka Gakkai).
CITAS
[1] YOSHIKAWA, Eiji: Miyamoto Musashi, Tokio: Rokko Shuppan-bu, 1965, vol. 5, pág. 8.
[2] SATS, Natalia: Zhizn. yavlenie polosatoye (La vida, con uniforme a rayas), Moscú: Novosti, 1991, pág. 288.
[3] La apertura de los ojos, en Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2020, pág. 300.