Humanismo Soka
En este mes de febrero, en que la familia Soka del mundo entero celebrará un hito de tanta importancia como el octavo centenario del natalicio del Daishonin,[1] me hace inmensamente feliz enviarles este breve mensaje a todas.
Nichiren Daishonin escribe: «[H]e jurado hacer que todas las mujeres entonen el daimoku de este sutra para retribuir lo mucho que yo le debo a mi propia madre».[2] Citando estas palabras, mi esposo ha expresado su convicción en que el Daishonin, sobre todas las cosas, elogiaría el avance armonioso y optimista de nuestras compañeras del Departamento Juvenil Femenino y el Departamento Femenino, quienes en estos tiempos tan difíciles están abriendo caminos hacia la paz y la felicidad de las mujeres de cada lugar. También se ha mostrado convencido de que los maestros Makiguchi y Toda celebrarían y admirarían el esfuerzo de todas ustedes.
Desde el año pasado, una pandemia de COVID-19 sin precedentes tiene en vilo al mundo. Mi esposo y yo estamos orando de todo corazón, cada jornada, por la eterna dicha de quienes han fallecido a causa de este terrible virus. También estamos haciendo daimoku con alma y vida por la pronta erradicación de la epidemia que afecta al mundo y por la seguridad, salud y larga vida de nuestros preciados miembros.
Una destacada editorial japonesa acaba de publicar una edición con encuadernación en rústica de uno de los libros de mi marido, titulado Taho Sho (Antología «Muchos Tesoros»). Allí se incluye una nueva selección de sus palabras de aliento dedicadas a las personas de la tercera edad, que están coronando los años dorados de su vida.
En el prólogo a este nuevo volumen, manifiesta su preocupación por la gente mayor, expuesta a desarrollar formas más graves de la enfermedad causada por el coronavirus. También menciona las cartas plenas de espíritu invencible que le han enviado recientemente, desde los Estados Unidos, algunas camaradas pioneras del Departamento Femenino de la SGI de ese país. Ellas han mantenido estrecha correspondencia con mi esposo desde hace seis décadas, a partir de su primer viaje a Norteamérica, en 1960, y han compartido con él un sinfín de dichas y pesares.
En ellas, escriben que la pandemia les ha permitido profundizar y estrechar lazos de apoyo con sus vecinos; valiéndose de plataformas en línea, se han vinculado además con amigos a quienes no veían desde hacía tiempo y con compañeros de zonas lejanas, y de ese modo han construido una red mucho más activa de aliento y de estudio. Asimismo, muchos jóvenes se han acercado a ellas para buscar su guía y consejo, de modo que, en estos tiempos tan difíciles, se encuentran más ocupadas que nunca.
Para mi esposo, los integrantes del grupo Muchos Tesoros son «personas sencillas y anónimas, de una nobleza indescriptible», que brindan a sus congéneres una inspiración monumental y cuya vida refulge como una exquisita diadema de joyas.
El palacio de la felicidad no existe fuera de nosotras mismas.
Un pasaje del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente que las mujeres de mi generación hemos estudiado desde que éramos jóvenes dice: «Uno toma conciencia del vehículo del Buda en uno mismo y entra en el palacio del yo. Entrar en el palacio del sí mismo se refiere a entonar Nam-myoho-renge-kyo».[3] Estas palabras enseñan que nuestra vida corporifica la Ley Mística y que en nuestro corazón existe un sublime baluarte de dicha y de satisfacción.
Eso no quiere decir que estemos exentas de problemas o de sufrimientos. Ese «palacio de la felicidad» se refiere a un estado de vida que nos permite enfrentar valientemente todos los obstáculos y dificultades entonando Nam-myoho-renge-kyo. Así, cultivamos tesoros espirituales y hacemos resplandecer el castillo de nuestra vida, a medida que avanzamos en nuestra revolución humana y transformamos nuestro karma.
Las miembros del Departamento Femenino, madres del kosen-rufu, están mostrando este espíritu a los sucesores juveniles y de Mirai Hombu, con sus experiencias personales de haber convertido numerosos «venenos» en «remedios».
En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente se lee: «Tanto uno como los demás se regocijarán juntos, al experimentar su propia sabiduría y amor compasivo».[4] La fe en la Ley Mística nos permite extraer del palacio interior de nuestra vida la sabiduría necesaria para superar cualquier impedimento. Esa fe es, al mismo tiempo, el origen de un exuberante amor solidario que ponemos en juego cuando nos alentamos unas a otras y nos revitalizamos juntas, creyendo en la budeidad potencial que posee cada persona.
Estos tiempos de crisis instalan en mucha gente un sentimiento abrumador de angustia y soledad. Por esa misma razón, nuestra actitud siempre dispuesta a extender la mano con una sonrisa e ir al encuentro del otro, siempre abierta a crear reconfortantes vínculos amistosos, permeados de sabiduría y de afecto, serán una fuente de esperanza y de inspiración sin límites para la sociedad.
En enero de 1968, mi esposo escribió un poema titulado «A quienes protegen la dignidad de la vida». Allí enunciaba su visión de que el siglo XXI sería la centuria de la vida, y exaltaba a todas las mujeres que, desde tiempos inmemoriales, habían cuidado y nutrido el valor inapreciable de la existencia por sobre todas las cosas. Concluía las estrofas diciendo:
¡Amigas que,
en cada situación,
se brindan por entero
a proteger
la dignidad de la vida,
siempre raudas y firmes,
unidas, libres y felices!
La paz y la prosperidad duraderas
no existen en otro lugar
más que en su corazón puro y poderoso.
Con miras al centenario de la Soka Gakkai en 2030, hemos iniciado el «Año de la esperanza y de la victoria» con una postura de absoluta y renovada dedicación, imbuido de nuestro juramento de lograr el kosen-rufu, tras el liderazgo de los jóvenes ciudadanos globales que son nuestros enérgicos sucesores.
A tono con esto, fortalezcamos nuestra red creadora de valor redoblando el compromiso con la paz, la cultura y la educación, decididas a unir cada vez más a los pueblos del mundo. Trabajemos para que el siglo XXI brille como una época en que la vida de cada persona sea respetada y en que todos podamos vivir con dignidad.
Cuando entonamos Nam-myoho-renge-kyo por nosotras mismas y por los demás, «con ese solo sonido suscitamos y manifestamos la naturaleza de Buda de todos los […] seres vivos. Este beneficio es infinito e incalculable».
Mi esposo y yo estamos orando por todas y cada una, enviándoles daimoku para que ustedes, así como los lugares donde cumplen su misión, estén protegidos y colmados de beneficios ilimitados y abundantes.
Les pido que, por favor, se cuiden y se mantengan a salvo todos los días.
Kaneko Ikeda
Titular honoraria del
Departamento Femenino de la SGI
CITAS
[1] Nichiren Daishonin nació el 16 de febrero de 1222. Según la forma tradicional de contar la edad en el Japón, se le asigna un año de vida a la persona el día de su nacimiento.
[2] El sutra de la verdadera retribución, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 975.
[3] The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), traducido por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 209.
[4] Ib., pág. 146.