Humanismo Soka
Un relato que sorprende y que nos invita a conocer planetas de fantasía y personajes con cualidades únicas, resaltando en cada capítulo la mirada de un niño quien, a través de su curiosidad y autenticidad, va mostrándole a su nuevo amigo, el piloto, una manera esencial de mirar.
(...) el escritor francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) escribió en su famoso relato El principito: “[…] Los ojos son ciegos. Se tiene que buscar con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”.[1] Es un pasaje muy conocido.
(...) Nichiren Daishonin afirmó: “Lo importante es el corazón”.[2] De nada sirven las apariencias y la impostura. Lo que cuenta es el corazón.[3]
Daisaku Ikeda
¿Qué tienen en común El Principito y la Argentina?
Su autor, el escritor Antoine de Saint-Exupéry, vivió un período de su vida en la Argentina. Como piloto experimentado, entre los años 1929 y 1931 recorrió gran parte del territorio como representante de una de las primeras compañías de correo, la Aéropostale, en su filial argentina. En ese entonces, estaba encargado de detectar las mejores rutas de conexión con la región patagónica para la llegada de cartas, por lo que realizó varios vuelos de investigación, llegando a conocer y admirar el territorio sur del país.
En uno de sus viajes de trabajo, recorriendo la ruta entre Buenos Aires y Asunción del Uruguay, debió aterrizar de manera forzosa en el suelo de Concordia, Entre Ríos, en una zona cercana al Río Uruguay.
Recuperándose del impacto y con su avioneta averiada, escuchó las risas de unas niñas que estaban cerca del lugar; para su sorpresa hablaban en francés, por lo que pudo entenderlas y comunicarse con ellas. Se llamaban Suzanne y Edda, y eran hijas de los Fuchs Valon, una familia francesa que residía en la zona.
La estadía de Saint-Exupéry en el Castillo San Carlos
En el año 1888 se construyó en las colinas del actual Parque San Carlos, un castillo, perteneciente al francés Edouard Demachy, quien llegó a la Argentina para monitorear el negocio familiar de la exportación de carnes saladas y de cueros. Años más tarde, el castillo quedaría deshabitado, y para el año 1929 se encontraba rentado a la familia Fuchs Valon, conformada por la madre, el padre y las dos hijas, oriundos de Francia.


Parque San Carlos - 1929/Parque San Carlos - Actualidad
«Por breve que sea un encuentro,
cuando el corazón resuena con una profunda empatía
las semillas de la amistad echan raíces»[4]
Daisaku Ikeda
Tras la caída de la avioneta de Saint-Exupéry en 1929, a orillas del río Uruguay y muy cercano a la casona, las niñas de la casa, Suzanne y Edda, acudieron a pedir ayuda a sus padres, quienes asistieron y alojaron al escritor en su hogar.
Años más tarde, Antoine de Saint-Exupéry describiría esa vivencia como un encuentro mágico. En una entrevista a la revista Marianne del 14 de diciembre de 1932, relató su encuentro con las niñas francesas de cabellos dorados, a quienes apodó cómo “las princesitas argentinas” y también expresó que el modo de relacionarse con la naturaleza de la familia le resultaba sorprendente.
Las niñas tenían como mascota varios animales, entre ellos un zorro, que coincidentemente es uno de los personajes relevantes de la novela. También, las niñas se encargaban de alimentar a serpientes, las cuales vivían en cuevas cercanas al hogar. La familia Fuchs Valon, estaba habituada al contacto con los animales y no parecían tener el más mínimo temor hacia ellos. Además, la madre de las niñas cuidaba con mucha dedicación un gran rosedal en el inmenso jardín, el cual presentó a su visitante.
Los detalles de esta historia, se encuentran relatados por el famoso escritor a través de artículos, entrevistas y cartas a sus allegados, mencionando sobre su estadía en la Argentina, de su encuentro con la familia, y del impacto que generó en su vida el vínculo con ellos.
Otro testimonio del mismo Saint-Exùpery se encuentra en su novela Tierra de hombres, en donde relata sus experiencias como piloto de aviones. En el capítulo Oasis escribió: «Había aterrizado en un campo y no sabía que iba a vivir un cuento de hadas. Fue cerca de Concordia, Argentina. [...] Tenían un hurón, un zorro, un mono y abejas. Todos vivían entremezclados, se entendían de maravillas, componían un nuevo paraíso terrestre”». También escribió: «Todo parece tan lejano. ¿Qué habrá sido de las dos hadas? ¿Qué se ha hecho de sus relaciones con las hierbas locas y las serpientes?»

Dentro de la historia de El principito podemos encontrar muchísimos paralelismos con la accidental visita del piloto de la compañía de correo en la ciudad de Concordia. Curiosamente hay algo muy especial y característico de la novela, que es la amistad y los vínculos que trascienden las diferencias. Encontramos por ejemplo la amistad entre el Principito y el piloto; la amistad entre el Principito y su querida rosa, única en el mundo y muy vanidosa; la amistad entre el Principito y el zorro… De esta forma se narra en esta breve novela los distintos vínculos de amistad, cada uno único y particular.
En una oportunidad el maestro Ikeda escribió para un grupo de jóvenes:
«La encantadora novela El principito fue escrita por el francés Antoine de Saint-Exupéry (19800-1944), quien durante un tiempo vivió en la Argentina. Solía atravesar el cielo nocturno con su avión, como piloto de correo postal.
En el relato, el principito –oriundo de una estrella lejana– le dice a su amigo que mire las estrellas sabiendo que entre ellas se encuentra su hogar. Y prosigue: «Te agradará mirar todas las estrellas… Todas serán tus amigas».[5]
Una sola amistad puede develar un mundo nuevo y brillante, y puede abrir el porvenir.
La verdadera amistad existe cuando la vida de uno y la de sus amigos brillan e iluminan juntas el mundo que los rodea.
Ustedes, los jóvenes que practican la Ley Mística, pueden entonar Nam-myoho-renge-kyo por la felicidad de sus compañeros, y avanzar y crecer junto a ellos. Esta amistad es el lazo humano más noble».[6]
En otro de sus mensajes dedicado a la juventud el maestro Ikeda citó nuevamente al escritor resaltando: «Antoine de Saint-Exupéry, escribió estas sabias palabras: “Hay una riqueza verdaderamente genuina, y es el contacto humano”».[7] Al referirse a la amistad que ha podido generar con muchas personas en todo el mundo, Ikeda explicó que el vínculo con los demás es indispensable para nuestro crecimiento. Al abrir nuestro corazón y entablar lazos con quienes nos rodean, podemos hacer de cada encuentro una oportunidad para expandir nuestro propio mundo interior.
En la actualidad, una enorme escultura de El principito emplazada en una de las colinas del parque entrerriano, recibe la visita de numerosas familias que visitan cada día el lugar. Actualmente el castillo funciona como un museo que expone documentaciones, fotos, artículos y las diferentes investigaciones sobre la visita de Saint-Exupéry. Podemos imaginar que su breve paso por Concordia, fue de inspiración fundamental para su obra maestra, que logró crear una historia de idioma universal, común al corazón de todas las personas.

Saint-Exupéry

Parque San Carlos - Concordia - Entre Ríos
CITAS
[1] SAINT-EXUPÉRY, Antoine de: El principito, Colección Brevis Marfil, Talleres de Servicios Gráficos Zaragoza, Lima, 1995, pág. 114.
[2] Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 1045.
[3] IKEDA, Daisaku: iluminemos y alegremos el corazón de todos, publicado el 4 de octubre de 2008 en el en el Diario Seikyo, periódico de la Soka Gakkai.
[4] IKEDA, Daisaku: adaptado del capítulo «La diplomacia a nivel del pueblo» de La nueva revolución humana vol.21.
[5] SAINT-EXUPÉRY, Antoine de: El principito, trad. Bonifacio del Carril, Buenos Aires: Emecé, 1953, pág. 104.
[6] IKEDA, Daisaku: ¡Extiendan sus alas al porvenir!, artículo publicado el 1.° de septiembre de 2016 en la edición del del boletín Futuro, publicación mensual del Departamento de Estudiantes de Enseñanza Media Básica y Superior de la Soka Gakkai.
[7] SAINT-EXUPÉRY, Antoine de: Wind, Sand and Stars (Viento, arena y estrellas), trad. al inglés por William Rees, Londres: Penguin Books, 1995, pág. 21.